En el
barrio de Boedo se dio una situación inigualada en lo que respecta a la
magnitud de artistas que produjo, a la difusión que gozaron y, al
interés que en ella ponían los boedenses. Así ocurrió con las letras, la
escultura y especialmente con el teatro.
Fue paradójico que un barrio obrero del confín ofreciese esta situación. Sin embargo en el seno mismo de esta aparente contradicción está la clave.
El
teatro, en ese suburbio porteño, fue engranaje fundamental de su
dinámica; enclave anarquista por excelencia, luego socialista, contó con
una masa proletaria que fiel a su ideario, sostuvo la difusión de la
cultura como medio de superación. Fue así un arte de libertarios
comprometido con sus propósitos el que inicia la gran bola de nieve, por
la cual las salas de ese rincón del sur estuvieron cabeza a cabeza con
las que ofrecían representaciones en el centro capitalino: en cuanto a
la calidad de los elencos y al número de puestas en escena.
Sabemos
que entre 1910 y 1940, Boedo tuvo un momento de esplendor
concentrándose la producción en dos autores: José González Castillo y
Florencio Sánchez (1), los cuales daban a luz un teatro que hoy
llamaríamos testimonial. González Castillo tuvo la primera compañía
porteña en cooperativa y su gloria acrecentó tanto la importancia del
barrio que en 1921, cuando un incidente fractura la " sociedad de
actores ", la compañía que actuaba en el teatro " Opera " pasa al "
Teatro Boedo".
Justamente este teatro se conoció como la " catedral del género chico " (2)
Su
origen fue muy curioso; un catalán llamado Jaime Cullen, luego de
muchos años de trabajo, reunió el dinero suficiente para levantar una
casa de rentas. Pero observando que los boedenses carecían de una sala
teatral de importancia, en 1905, mientras los vecinos lo tildaban de
loco, demolió el edificio para construir lo que luego sería el glorioso
Teatro Boedo
(Av. Boedo 949/ 959). Y en ese teatro alejado de la
seguridad del centro, se reunirían cada noche, después de las funciones:
Alberto Vaccarezza, Carlos M. Pacheco, Eugenio Gerardo López, Pedro E.
Pico, Julio Sánchez Gardel, José Antonio Saldías.
El
21 de julio de 1918, la Compañía de Luis Arata – Brieva , estrenó allí "
El tío soltero " de R. Hicken. Siendo así el primer elenco orgánico que
dio brillo al género chico. Luego se irían dando cita las compañías de
Pedro Zanetta con Samuel Sanda, Felipe Panigazzi, Humberto Zuro,
Gregorio Cicarelli, Antonio Daglio, Pedro Pompilio. En cuanto a los
actores que allí trabajaron, entre otros María Ester Gamas, Marcelo
Ruggero, Félix Mutarelli, Malvina Pastorino, Daniel de Alvarado, Anita
Lasalle, Mario Danesi, Juan Bono, Pepe Arias, Juan Daglio, Camila
Quiroga, Cesar Ratti, Eva Franco, Mario Fortuna, Osvaldo Miranda,
Antonio Cunill Cabanilla, Cármen Vallejo, María Luisa Robledo, Roberto
Firpo, Pedro Aleandro, Hector Vozzo, Susy Derqui y Leonor Rinaldi ,
entre otros .
Obviamente
éste no fue el primer teatro del barrio. En Av. Boedo entre Estados
Unidos y San Ignacio, en 1901, vio la luz una sala de espectáculos que
inició sus actividades con el debut de la compañía española de
"Garrido".
En
el " Teatro América ", sala plana, sin palcos (Avenida Boedo 819),
incursionaron grandes compañías nacionales y extranjeras: la española de
Zarzuelas de Garrido, la de Cortés, Carlitos Romeu, Las hermanas
Falcón, Felipe Panigazzi, Laurita Hernández con Benito Ronco. Contaba
Silvestre Otazú, que en ese teatro, estos últimos actores representaron
una revista " Lo más serio es reír ", que simbolizaba la disputa entre "
Boedo y Florida ". Lo que marca el nivel del público boedense; barrio
donde se había hecho carne a nivel popular una disputa de índole
filosófica-literaria . En esa puesta en escena, "Boedo" aparecía
representado por un malevo que para encender un cigarrillo, torcía un
farol de la calle y "Florida" como un muchacho muy atildado. Ambos
suspiraban por el amor de la misma milonguita. La obra terminaba con un
disloque general, cuando los actores gritaban "inundación", " Inundación
", en referencia a un problema que aquejaba dramáticamente a esas zonas
sureñas de Buenos Aires y que Manzi dejara reflejado también, en su
tango " Sur ".
En
el solar donde hasta mediados de la década de 1990 estuvo el edificio
del cine-teatro "Nilo " (Av. Boedo 1062) (3), había un local de verano,
en el cual actuaron elencos nacionales, españoles e italianos, conocido
como el "Politeama Doria" . Uno podría pensar que ese terreno estaba
destinado al espectáculo, ya que con anterioridad había funcionado allí
un circo homónimo, donde se efectuaba lucha grecorromana , que estaba
muy de moda . Allí actuó el famoso Luis Gualtieri, que fuera campeón
argentino y, que viviera en Agrelo y Maza. Alternaban las luchas con las
representaciones de la "Compañía de comedias y sainetes
Podestá-Scuri-Mariño".
Era
época de circos. La gente ansiaba entretenerse, Buenos Aires, se
llenaba de pistas de patinaje, de calesitas, de juegos mecánicos, de
escenarios en los que hacían piruetas acróbatas, en los que se veía a un
oso bailar, o donde hombres corpulentos entraban en combate. En
cualquier lugar espacioso se instalaba uno. Estos circos, fueron la
puerta por la cual ingresaron a escena, los pioneros que construirían el
gran teatro nacional.
Sabemos
por la documentación de primera mano que hemos consultado, que en 1886,
Américo Durán, consiguió el permiso de la Intendencia para el
establecimiento de un circo que ya venía funcionando en " La Rioja 843
"; conocido como "Arenas", donde actuaba una Compañía acrobática y
gimnástica.
En
Venezuela y Maza existió hasta fines del 1800, un teatrito de títeres,
que luego se convirtiera en el "Teatro-circo de Juan Bautista Chiappe" ,
cuya dirección llevaba Rafael Angel Comunale. Muchas piezas musicales
se estrenaron allí entre ellas, la conocida "Loca de amor", que fue en
su época, popularísima .
En
Boedo entre Independencia y Estados Unidos, supo estar el "Circo
Anselmi". En Av. Boedo y Cochabamba el circo de los "Hermanos Gómez ". Y
por 1920 El "Circo internacional " en Marmol entre Estados Unidos y
Carlos Calvo.
Corría
el año 1917, cuando a este barrio lo transitaban una suma de jóvenes
con distintas inquietudes, que se reunían en los cafés, verdaderos
ateneos, a escuchar a los maestros, a nutrirse de ellos, a exponer
inquietudes, a competir por quien había leído más. Los artistas se
mezclaban con obreros de avansada; y como decía el dramaturgo "José
Scarano," esas discusiones muchas veces continuaban en el "cuadro
tercero del Departamento de Policía ". Boedo era un volcán en permanente
erupción, que despedía de sus entrañas hombres nuevos: pensadores,
artistas, individuos de acción; en calidad y cantidad inusitadas. Era un
polo que atraía a multitudes desde distintos puntos de la ciudad;
librepensadores, jóvenes que buscaban una verdad, y la encontraban en
los cafés que despedían por sus ventanales la claridad de la dialéctica,
y la fe en el género humano, sobre las cuadras grises de Boedo. Fue
aquella una época irrepetible... Los había músicos, poetas, pintores,
escultores y actores. Entre estos últimos se destacaba uno: alto, bien
plantado, cuyo rostro transmitía su fuego interior .
Comenzó
actuando en ese Politeama Doria, que era un galpón de techo de chapa y
pisos de tierra, pero que apuntaba bien alto en la calidad de lo que
allí se representaba y que dirigía nada menos que José González Castillo
.
"Pedro
Zanetta", que así se llamaba ese muchacho, luego de descubrir el teatro
ya nunca abandonó ni esa vocación, ni el barrio, ni una especial ética
aplicada a la estética del arte en coherencia con sus ideales
anarquistas .
Fue
el más grande y querido de los actores de Boedo. Sus condiciones
artísticas eran tales, que en apenas cinco años llegó a ser cabeza de
compañía en el teatro Boedo, junto a Pedro Pompilio, Pepito Petray,
Rosario Serrano, Francisco Chiarmello. Durante casi dos décadas fue la
estrella que brilló en el escenario del teatro Boedo, quien solo
interrumpía sus temporadas durante las fiestas de carnaval, pues en esas
jornadas el teatro se dedicaba al concurso de las comparsas.
Hasta
que un mal día el empresario Jaime Cullen, pretendió imponerle a
Zanetta que representara una obra que acababa de escribir : "Viaje de
los hombres de la Luna a la Tierra". Don Pedro luego de leerla se negó,
Cullen insistió argumentando que al fin y al cabo era el dueño de la
sala y, palabra va palabra viene, terminó echando al actor.
Un
colega tomó su lugar y puesta la obra en escena, al segundo día hubo
que sacarla de cartel; dicen que en Boedo jamás se conoció abucheo
semejante.
Los
vecinos mientras tanto ya habían formado un comité pro-retorno de
Zanetta a esa sala; pero la terquedad del empresario pudo más.
Esto
marcó el principio del fin de este ilustre intérprete. Habían sido para
él muchas horas trajinando las tablas del "Boedo ", como para que el
cambio no produjera heridas en su ánimo.
Pasó al Teatro América, pero el trato usurario de su dueño, hizo que solo durara tres meses allí. Actuó en el "Politeama" y en el " Nacional de Comedias", y fue contratado por "Lumiton" para hacer cine, pero no se adaptó; porque este hombre apuesto, muy envidiado por sus éxitos amorosos, extrañaba su gran amor: el barrio y a él volvió rehusando mejor pasar y fama.
Se
dedicó a dirigir un grupo de jóvenes de la "Octava Socialista" y
fundaron el "Teatro Experimental Florencio Sánchez " en Sánchez de Loria
1194 . Zanetta seguía inquebrantable en sus convicciones, pero con la
salud deteriorada.
Su
elección había sido dura. El amor a la barriada le restó el
reconocimiento merecido que si lograron aquellos que decidieron alejarse
la "patria chica", como las "hermanas Ada y Adelma Falcón" , "Enrique
García Satur", "Pedro Tocci", "Francisco Chiarmello", "Laurita
Hernández" ; incluso una cupletista que hacia 1920 cantaba en Boedo como
"Petit Imperio" y se haría célebre en España como "Imperio Argentina".
Él
vivía en la miseria en un altillo de la calle Cochabamba y Sánchez de
Loria, casi no comía... Su dignidad lo llevaba a rechazar los consejos
de amigos fieles como el actor Pedro Tocci o el Dr. Lauro Tidone, quien
recomendaba una larga internación en el Hospital Ramos Mejía. Zanetta no
quiso cumplirla, deteriorando más su salud. En 1949 volvió a ser
internado y, sintiendo que la vida lo abandonaba le dijo a Tocci que ya
que no tenía casa propia para morir, lo condujera a la ciudad de La
Plata, para hacerlo en la casa de su hermano. Tocci no dudó en complacer
a su amigo; pero necesitaba un vehículo, contrató el auto de una
empresa fúnebre, se preocupó en disimularlo de tal manera de no
impresionar a Zanetta, quien viajó hasta el destino elegido, convencido
de que el chofer era un amigo de Tocci.
Antes
de iniciar este viaje, que sería el último, todos los muchachos del
"Florencio Sánchez" fueron a despedirlo a la salida del hospital y sería
en su teatro donde lo velarían días más tarde, mientras todo el
comercio del barrio cerraba sus puertas, en señal de duelo. Su barriada
no lo olvidaba, reconociendo que él junto a González Castillo eran los
que más habían hecho por el teatro en Boedo. Prueba de ello fue que
pocos meses antes de su muerte, en noviembre de 1949, se realizó una
función a beneficio en el teatro Boedo, representado " El puñal de los
troveros " de Belisario Roldán, donde actuaron Iris Marga y Enrique
Muiño.
Finalizada la función, la actriz lo visitó en su humilde pieza.
- La esperaba – dijo Zanetta – Necesitaba ese rayo de luz que Ud. me trae.-
Ya
que hablamos de Pedro Tocci, diremos que fue un boedense que ingresó al
"Colegio Carlos Pellegrini". Todo anduvo bien hasta que una vez la
división fue a ver una obra de uno de los profesores de la escuela; al
día siguiente los alumnos homenajearon espontáneamente al autor, Tocci
fue el encargado de dirigir la palabra haciendo tal panegírico del arte
escénico que su profesor le indicó que dejara el estudio comercial y se
dedicara al teatro. Así lo hizo iniciándose con Angelina Pagano, Luis
Arata y Blanca Podestá.
Otros
actores de relevancia en Boedo fueron Enrique García Satur (4) y Mario
Fortuna, Francisco Chiarmello, Hugo Díaz, Guillermo Battaglia.
Desde
los orígenes en el teatro de Boedo, se destacó el quehacer
independiente, que tuvo como función formar actores capaces de ofrecer
al público espectáculos de alta calidad a precios accesibles. A la
cabeza de estos pioneros, tenemos a González Castillo.
El
teatro independiente tuvo una actitud contestataria y en Boedo brilló
el "Florencio Sánchez" . La historia comenzó cuando J. Oriente
Cavalieri, en 1940, interesó a un grupo de amigos en conseguir otro
local para la sede socialista del barrio; la elección recayó en la
legendaria casa de Sánchez de Loria 1194, desde siempre relacionada con
los movimientos sindicales, políticos y artísticos. Su sótano había sido
alternativamente sede de la Federación Obrera del calzado; de los
carpinteros, de los lavadores. Entre 1920 y 1923 sesionó el grupo de
anarquistas españoles e italiano "Espartacus" , por allí pasaban los
famosos Di Giovanni y Scarfó, que fueran fusilados por el gobierno de
Uriburu. Para 1926 se reunían los antorchistas, llamados así por seguir
las directivas del periódico "La Antorcha" de Rodolfo González Pacheco.
Funcionó el grupo proletario "Arte y natura", cuyo repertorio estaba
integrado únicamente por obras de autores anarquistas.
Una vez en Loria, tuvieron lugar para Biblioteca, sala de conferencias y para un teatro que pusieron en marcha: Cavalieri junto a Isaías Borestein ( Boris), Mario Rozas, Amadeo Palermo, Juan Literas, Jorge Vizcaíno, Vicente Rocco, Pascual y Luis di Cesare y obviamente Zanetta.
Recordemos
que ese teatro fue cuna entre otros del escenógrafo Saulo Benavente, de
los actores Carlos Muñoz y Onofre Lovero. Destacamos que Zanetta, antes
de morir donó su biblioteca y toda su ropa escénica a este grupo, todo
lo cual se perdió cuando la casa se incendió no hace tantos años. Luego
de la dirección de Zanetta, estuvieron al frente : Arturo Frezzia, Pablo
Palant, Pedro B. Franco, Onofre Lovero, Rubén Pesce.
Es
imposible hablar del Tema del teatro y del alma de ese barrio, sin
detenerse debidamente en el dramaturgo José González Castillo, quien
fuera el gran luchador por la cultura de ese punto sur de la Capital.
Había nacido en la Santa Fe en 1885 y, si bien realizó sus estudios
primarios en Boedo; luego, su familia que deseaba convertirlo en
sacerdote, lo ingresó en un Seminario de Salta, el que por supuesto
abandonó.
Volvió
desde allí pidiendo albergue en los establecimientos del camino;
reuniendo alguna monedas para sobrevivir, pintando letreros exteriores
en los negocios. En Rosario puesto a hacer periodismo, trabó amistad con
Florencio Sánchez.
Alberto
Cortazzo, periodista y antiguo vecino de Boedo, comentaba que González
Castillo llegó a tener una peluquería en sociedad con un salteño en
Castro Barros entre México e Independencia, negocio al que habían puesto
el nombre de "El Figaro". Mientras su socio atendía la clientela,
Castillo aparecía a altas horas de la noche, acompañado de los mendigos
que encontraba durmiendo en las calles, para que pernoctaran en alguna
de las muchas habitaciones desocupadas que tenía la casa. Había hecho
del local un sitio de reunión, congregando a discípulos de las distintas
ramas del arte. El salteño, obviamente, se quejó a la familia de
Castillo y éste ofendido renunció a la propiedad del negocio.
Desempeñó
numerosos oficios, entre ellos el de "Oficial de Justicia". El primer
deber en éste trabajo, fue el desalojo de unos inquilinos de un
conventillo. Fue a cumplir con su obligación, llevando en el bolsillo
los cinco pesos que le habían dado para viáticos. Se encontró con un
cuadro pavoroso, una mujer enferma cuyo marido desocupado no estaba en
casa. Los vecinos lo miraban con desprecio.
Entonces González Castillo propuso :
-
Yo tengo estos cinco pesos, los pongo para hacer una colecta y pagar la
deuda que esta mujer tiene.- Se fue y renunció a un trabajo que nada
tenía que ver con lo que él era.
Entre
1910 y 1914, por razones políticas tuvo que abandonar nuestro país y
vivió en Valparaíso. Trabajó como vendedor de vinos para una firma
inglesa y se vio obligado a aprender el inglés, que luego le resultó
sumamente útil. Mientras tanto trabajó como periodista de un importante
diario de un senador, quien presentó e hizo aprobar varias leyes que
fueron concebidas y aconsejadas por nuestro compatriota. Además, en
medio de su pobreza, se desempeñó como barman, en las afueras de
Santiago, oficio del que sabía absolutamente nada. Hacía las mezclas sin
ton si son, pero gustaban y pedían las repitiera, cosa que no podía
realizar.
De
regreso a Buenos Aires, se instaló en San Juan y Quintino Bocayuva.
Trabajando como periodista de "Crítica" y como traductor de películas en
la "Casa Max Glucksmann". Para ese entonces ya tenía sus tres hijos:
Cátulo, nacido en 1901, Hugo y Gema. Con respecto al mayor, existe una
anécdota muy graciosa con respecto al nombre; al nacer, Castillo quiso
llamarlo "Descanso dominical", de acuerdo a una ley por sancionarse. A
lo cual se opuso terminantemente el empleado de Registro Civil; se armó
una gran tremolina y un amigo pacificador, propuso el nombre de Ovidio
Catulo ( obsérvese que va sin acento ).
La
producción de González Castillo es inmensa. Escribió dramas,
tragicomedias, zarzuelas, cuentos para niños, monólogos, traducciones,
letras de tango, artículos periodísticos. Firmaba a veces como Martín
Gla. Llegó a ser junto a Florencio Sánchez un autor de primer nivel y
muy popular. La diferencia entre ambos estriba que en mientras en
Sánchez hay una mayor fuerza política y una profunda desesperanza, en
Castillo hay más fe en el ser humano y se valoriza el amor como luz en
el futuro.
Las
obras de este autor fueron de auténtica vanguardia. Tenía un corte
realista. Hacía una descripción objetiva de la sociedad y poseía un
estilo sencillo, de pinceladas recias, con el que llegaba al alma del
pueblo. Durante sus treinta años de intensa labor, renegó del arte por
el arte mismo, fue consecuente con su creación y valeroso para
defenderla. Citaremos entre ellas:"Los invertidos". Se estrenó en 1914.
Por su temática sobre la homosexualidad, llegó a ser prohibida por la
Municipalidad para evitar escándalos. Es interesante comentar que en
1926 la repone la Compañía de Enrique Orellano en el "Smart" y en 1956
la Compañía de Homero Cárpena. Fue una y otra vez silenciada, hasta que
hace relativamente poco tiempo, se la puso en escena en el Teatro San
Martín, donde fue un éxito.
"La mala reputación" . También creó problemas, porque debatía la cuestión del divorcio.
"El pobre hombre". Donde tomó la problemática de las alteraciones psíquicas.
"Los dientes del perro". Donde si bien el tema no es innovador, cuando se iba a representar por primera vez en 1918, Elías Allipi, le sugirió a Castillo que dado que el primer cuadro transcurría en un cabaret, se podría colocar la orquesta en escena y no en el foso, a lo cual el autor accedió.
Habló
con Roberto Firpo, y el 18 de marzo al estrenarse la obra en el teatro
"Buenos Aires", se cantó por primera vez el tango "Mi noche triste" de
Pascual Contursi .
Entre los guiones cinematográficos que escribió, figura en 1908 el de "Juan Moreira", "Nobleza gaucha" y otros.
De
las letras de sus tangos baste mencionar "Sobre el pucho", "Grisetta" ,
"Silvando", "El aguacero", "Organito de la tarde" ( que escribiera
junto a su hijo Cátulo ). En cuanto a "Sobre el pucho", vale la pena
recordar que en 1922, una fábrica de cigarrillos organiza un concurso de
tango. Sebastián Piana, que era un muchachito, escribió una pieza
instrumental y se la llevó a Castillo para pedirle su opinión. En ese
entonces González Castillo que tenía 37 años y al que llamaban "el
abuelo", lo aprueba y sugiere el título, ya que el concurso lo
organizaba una fábrica de cigarrillos. Piana ganó el segundo premio, y
poco después lo grabaría Carlos Gardel.
Cátulo
contaba que su padre tenía aptitudes para todo: dibujo, carpintería,
artes gráficas, propaganda. Recordemos que entre sus actividades se
cuenta como miembro activo en la fundación de la "Universidad Popular de
Boedo"; como así mismo la creación de la "Sociedad de Artistas
Plásticos". A propósito de ello comentaba el escultor Vicente Roselli,
que los plásticos que querían concretarla, estuvieron 10 años
discutiendo como hacerlo. González Castillo en unas horas les hizo los
estatutos, dejándola formada. Era un excelente padre que jamás estaba
quieto y tenía un carácter alegre. Al morir su esposa se tornó triste.
La Avenida Boedo se convirtió en su refugio y no hubo café o bodegón que
no conociera su presencia. Pasó sus últimos años entre su casa, los
cafés y la Peña Pacha Camac. Murió en su casa en 1937, a los 52 años de
edad, mientras tomaba mate.
Cuando
se descompuso, se mandó a buscar urgentemente al Dr. Julio Cruciani,
que era su amigo, al Hospital Ramos Mejía, donde estaba trabajando.
Cruciani salió sin sacarse siquiera el guardapolvo, pero cuando llegó
era demasiado tarde. Entre Castillo y Cruciani, había existido una gran
amistad. El médico solía ir a buscarlo a su casa de Boedo 1058/60 (
dónde se conserva una placa que identifica el lugar ) y comenzaban a
caminar por Boedo hacia el norte. Ambos eran personajes sumamente
populares, de modo que a medida que avanzaban se les iba uniendo gente y
cuando llegaban a la puerta de la Peña Pacha Camac, formaban una
pequeña manifestación.
Con respecto a esta Peña, digamos que se fundó en la terraza del café Biarritz, en 1932. Agrupaba a los artistas del barrio. Su finalidad era difundir las artes. Se levantó con el apoyo económico de vecinos y comerciantes. Allí se hizo teatro, se ofrecieron conciertos, se realizaron exposiciones, todo en forma gratuita.
Funcionó
en las terrazas del Biarritz ( Av. Boedo ), hasta que la Municipalidad
los conminó a desalojar en 24 horas, para construir el Banco Municipal .
Continuó funcionando un tiempo en Carlos Calvo 3621, luego en Loria
1536, que fue su último domicilio, cuando desapareció en 1949.
Fueron conferencistas de la Peña Pacha Camac, entre otros: Roberto Artl, Leónidas Barletta, Roberto Castagnino, Alicia Moreau de Justo, Nicolás Olivari, Alfredo Palacios, José Antonio Saldías, Antonio Sassone, Juan José de Soiza Reilly, Roberto Talice, Alberto Vaccarezza, Iris Marga, Enrique Muiño, Fortunato Lacámera, Domingo Maza, Quinquela Martín, Sepucio Tidone, Miguel Carlos Victorica, Saulo Benavente.
Fueron conferencistas de la Peña Pacha Camac, entre otros: Roberto Artl, Leónidas Barletta, Roberto Castagnino, Alicia Moreau de Justo, Nicolás Olivari, Alfredo Palacios, José Antonio Saldías, Antonio Sassone, Juan José de Soiza Reilly, Roberto Talice, Alberto Vaccarezza, Iris Marga, Enrique Muiño, Fortunato Lacámera, Domingo Maza, Quinquela Martín, Sepucio Tidone, Miguel Carlos Victorica, Saulo Benavente.
Artl
escribió sobre ella, que si a la Peña del Tortoni, iba la burguesía, a
la de Boedo, iban los pobres, los inteligentes de ese barrio suburbano.
No en vano se vendían más libros allí que en toda la calle Corrientes.
Hoy
podemos decir que aunque gran parte de su obra haya pasado de moda,
escribió un inmenso capítulo de la historia de la literatura teatral
argentina.
En
1933 González Castillo ya se había internado en los problemas de "La
ilusión de la realidad", adelantándose a los movimientos de vanguardia
que hacia 1950 revolucionarían la escena europea.
El
publico boedense había recibido una impronta, que comenzó a diluirse
cuando en todo Buenos Aires, la televisión se hizo masiva y cambió las
costumbres, produciendo una introversión en las relaciones sociales.
Pero si el teatro es dar testimonio, Boedo cumplió la premisa.
NOTAS
(1)
Florencio Sánchez no era vecino del barrio de Boedo, pero iba casi
todas las tardes, desde la pieza donde vivía en Av.Jujuy al 900, para
encontrarse con la que luego sería su esposa: Catalina Raventos de
Sánchez. La familia de la muchacha, que se domiciliaba a solo dos
cuadras del dramaturgo, se oponía a la relación, por lo cual ella fingía
visitar a unas amigas que vivían en México y Yapeyú, lugar de la cita
de los enamorados.
(2)
Piezas teatrales de no más de una hora de duración, lo que permitía
organizar varias funciones, hasta 6 por día. Comprendía el sainete, la
revista y el vaudeville
(3)
El Cine- teatro Nilo, fue el más elegante de Boedo . Cuando dejó de
desempeñarse como teatro, funcionó allí una sala de baile y el Hogar
Croata. Desde 1995, no existe más, se lo convirtió en un supermercado de
artículos electrodomésticos. Las leyes tienen así dos deudas con el
barrio de Boedo, ya que donde se demuele un teatro, hay que levantar
otro. No pasó con El Nilo, ni con el Boedo, que en la actualidad es un
garage.
(4)
Enrique García Satur, se había criado en un inquilinato de la cortada
Guandacol ,( hoy Pedro Bidegaín ), y 33 Orientales. Su verdadero nombre
era Saturnino García. Hoy, todavía , amigos de su infancia,
sobrevivientes a los cambios que sufriera Boedo, lo recuerdan en su
trabajo como cartero, manteniendo a su familia de origen.
© Peña de Historia del Sur. Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá, Beatriz Clavenna
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prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de
sus autores.
Publicado en Enero de 1995
Versión para Internet
*La bibliografía y documentación que lo sustenta, puede solicitarse al correo del blog.
Publicado en Enero de 1995
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